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Entrenar solo lo necesario, no todo lo posible.

Paracelso o Teofrasto Paracelso, fue un alquimista, médico y astrólogo suizo. Fue conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquimistas.

Paracelso decía: “todo es veneno, nada esta libre de ser veneno; pero que sea o no sea dañino depende de la dosis.”

Todas las sustancias son tóxicas a dosis altas, como el agua, el oxigeno, las vitaminas, e incluso los alimentos, y la radiación solar. Los venenos, por otro lado, son sustancias nocivas a dosis o concentraciones muy bajas. La diferencia entre un veneno y un fármaco es la dosis administrada o acumulada en el cuerpo, pero generalmente un veneno es mortal a una determinada dosis y sin ninguna función terapéutica. Por otra parte, lo que generalmente se considera venenoso o tóxico, puede que a cierta dosis carezca de efectos nocivos, y adquiera efectos beneficiosos.

La dosis del ejercicio físico.

Toda actividad física tiene como objetivo producir alteraciones en el equilibrio ( la homeostasis ,el medio interno estable ) del organismo. Tales alteraciones se conocen con el nombre de alostasis, y su función es mantener la estabilidad de la homeostasis mediante una inestabilidad alostática. La homeostasis concierne una serie de procesos bioquímicos y fisiológicos críticos para la vida que permiten muy poca variación, como: temperatura, glucemia, fluidos, electrolitos, presión osmótica, presión parcial de oxigeno, y pH. En consecuencia, el cuerpo intenta adaptarse a las demandas de un ejercicio físico mediante una serie de contramedidas que intentan neutralizar las alteraciones producidas por las demandas. Tal proceso se conoce como supercompensación.

Siempre se pensó que el ejercicio físico es una actividad positiva y beneficiosa para el organismo de tal manera que si poco es bueno, mas debe ser mejor. También se pensó que la ausencia de ejercicio físico causa que el organismo permanezca igual o empeore. Esta forma de pensamiento lineal o vertical es rígido y equivoco, y lo es porque aplica la lógica de una manera secuencial, paso a paso, en una sola dirección, y de manera progresiva. Asume que el entrenamiento es siempre benigno y que a mayor carga se producen mayores y mejores efectos.

Lamentablemente, este pensamiento conduce al sobreentrenamiento, a lesiones del aparato músculo-esquelético, y a una disminución del rendimiento, entre otras cosas.

Una correcta dosificación del entrenamiento requiere una total comprensión del concepto de supercompensación. El propio entrenamiento es un estrés o tóxico fisiológico que, a largo plazo induce cambios potencialmente patológicos. Cambios que son neutralizados y supercompensados mediante periodos de inactividad y recuperación. De esa manera no solo se sobrevive al estrés inducido, si no que también se logra una adaptación y supercompensación que conducen a un mejor estado de salud y rendimiento.

Está claro que el ejercicio es una forma de estrés fisiológico y lo único que lo diferencia del típico estrés psicológico es qué en la planificación de los entrenamientos uno es capaz de controlar la dosis, el tiempo de exposición, y el momento de exposición. En una clase de fitness, por ejemplo, se puede parar y descansar cuando uno se encuentra agotado. Pero si nos persigue un tigre por una pradera, y por más cansados que estemos, dejar de correr no es una opción. Además, el autentico estrés psicológico es incierto y suele irrumpir en nuestras vidas de forma inesperada, mientras que el estrés fisiológico del entrenamiento es anticipado y predecible. Ello permite que uno se prepare para hacerle frente cuando este se presenta.

La belleza intrínseca del concepto de supercompensación consiste en emplear buen juicio a la hora de planificar entrenamientos físicos, así como ser consciente de los peligros asociados a los excesos de carga y los demasiado breves y/o inexistentes periodos de descanso y recuperación.

Resumen:

El modelo para implementar la supercompensación con éxito debe responder a un pensamiento discontinuo, y no lineal. Los estímulos lineales suelen ser demasiado intensos y prolongados, con déficits en los periodos de recuperación, y con tendencia a producir adaptaciones metabólicas y/o tisulares negativas.

Por otro lado, los estímulos discontinuos, propios del principio de supercompensación, son óptimos en intensidad, tiempo, y recuperación, y producen adaptaciones positivas.

Entrena con cabeza!

El próximo día hablaremos del tappering o  fase de “almacenamiento de energías”

Fuentes: Guillermo Laich y Gym Factory

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