Ejercicio físico y embarazo, un binomio que cada vez cuenta con más evidencia científica. Queda más que demostrado que, con unas guías de planificación de entrenamiento ajustadas a los cambios fisiológicos y morfológicos de la embarazada los riesgos son mínimos y los beneficios múltiples.
Si el embarazo transcurre con normalidad y no hay contraindicaciones ginecológicas, lo óptimo son entre 2 y 3 días semanales de un programa que combine la fuerza con ejercicios cardiovasculares, tanto si eres activa como si no, tendrás mejoras en tu salud y la de tu bebé.
Ya Aristóteles (S. III a. de .C.) atribuía los partos difíciles a un estilo de vida sedentario. Realizar entrenamiento de fuerza 2 o 3 días a la semana y 150 min de trabajo aeróbico de intensidad moderada-media a la semana nos aporta los siguientes beneficios:
· Mejora la capacidad funcional de las AVD (actividades de la vida diaria)
· Bienestar psicológico y emocional (acompañamiento)
· Menor incidencia de diabetes gestacional
· Menor incidencia de preeclampsia o hipertensión inducida por el embarazo.
· Disminución y/o prevención del dolor lumbar
· Menor riesgo de parto prematuro
· Menos % de cesáreas y partos instrumentales
· Mayor empoderamiento de la mujer en cuanto a sus capacidades físicas y emocionales.
· Prevención de disfunciones de suelo pélvico.
· Prevención de lesiones derivadas de desprogramaciones lumbo-abdómino-pélvicas.
· Mejor recuperación postparto.
Cuidándote, cuidas a tu bebé. ¡Bienvenida al club de las mamás deportistas!