El suelo pélvico aporta el sostén a los órganos pélvicos y soporta los cambios de presión intraabdominal.
Está formado en un 70% por tejido conjuntivo y en un 30% por musculatura; de ese porcentaje, el 80% corresponde a fibras tipo I -fibras lentas y resistentes- y el 20% restante son fibras tipo II -fibras de contracción rápida-.
Durante el embarazo, el incremento de peso que debe soportar el útero, unido al aumento de la laxitud por el efecto principalmente de la hormona relaxina, puede favorecer su debilitamiento y posterior disfunciones del mismo (incontinencia urinaria, prolapsos…).
No sólo debemos tenerlo en cuenta en la recuperación después del parto, sino que debe tener la importancia que se merece dentro del entrenamiento en el embarazo.
Hacer un mapa corporal del mismo -ya que se trata de una musculatura interna, muchas veces olvidada y que en un primer momento cuesta “escuchar”-, su movimiento en diferentes planos, la capacidad de contracciones rápidas y lentas, la capacidad de relajación, la escucha activa por parte de la embarazada… mejorará su fuerza y funcionalidad creando las bases para su recuperación en la etapa del postparto.
Experimentar la movilidad de la pelvis -conocer donde se encuentran los isquiones, sinfisis del pubis, crestas iliacas o sacro), la relación del suelo pélvico con la musculatura interna del abdomen y la transmisión de fuerzas desde la pisada es uno de los pilares fundamentales a la hora de diseñar el entrenamiento en esta etapa (embarazo).
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Un artículo muy interesante sobre el fortalecimiento del suelo pélvico durante el embarazo y la imortancia que tiene esto para la salud. Muchas gracias por la información.
A ti, Laura por leer nuestro artículo!