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Mejorar la salud cardiovascular y la masa muscular para una mejor eficacia del tratamiento oncológico y una mayor calidad de vida.

En las últimas décadas, la supervivencia en el cáncer de mama ha mejorado, pero las secuelas de los tratamientos aumentan el riesgo de enfermedades crónicas, como el síndrome metabólico y la disminución de la capacidad cardiorrespiratoria (CRF). Es importante saber que una baja CRF está relacionada con un mayor riesgo de mortalidad, por lo que mantener una buena salud cardiovascular y por lo tanto un CRF elevado puede suponer vivir más tiempo. 

Durante la quimioterapia y después de superar el cáncer, es fundamental enfocarse en preservar y/o mejorar la CRF.  En este sentido, el ejercicio físico se ha convertido en una herramienta valiosa que puede ayudar a contrarrestar los efectos adversos causados por el tratamiento.

¿Puede un programa de ejercicio físico detener el deterioro cardiovascular asociado a la quimioterapia?

En un estudio con 242 mujeres con cáncer de mama, se evaluaron dos programas de entrenamiento (uno combinando fuerza y otro resistencia) junto con la quimioterapia durante 17 semanas. El objetivo era preservar la salud cardiorrespiratoria y muscular, así como mejorar la tolerancia a la quimioterapia. 

Los resultados mostraron que el grupo de resistencia logró mantener su capacidad cardiorrespiratoria (VO2pico), mientras que el grupo de fuerza y el grupo sin ejercicio experimentaron una disminución en su salud cardiovascular. Aunque el grupo de fuerza no pudo detener la disminución cardiovascular, si que logró aumentar significativamente la masa muscular, un objetivo fundamental durante la quimioterapia, ya que la pérdida de masa muscular se relaciona con un mayor riesgo de mortalidad durante la enfermedad. Por lo tanto, el ejercicio de resistencia podría ser especialmente beneficioso para mantener la salud cardiorrespiratoria, mientras que el entrenamiento de fuerza puede ayudar a mantener la masa muscular en pacientes con cáncer de mama.

Un aspecto importante a destacar es que tanto el grupo que hizo ejercicios de fuerza como el de resistencia lograron mantener dosis más altas de quimioterapia (RDI) por encima del 85%, lo que significa que pudieron tolerar un tratamiento más intenso. Esto es relevante porque dosis más altas de quimioterapia pueden ser más efectivas para combatir el tumor de manera eficiente. El ejercicio puede contribuir a que los pacientes oncológicos puedan recibir un tratamiento más efectivo y potencialmente mejorar sus resultados.

Pacientes del programa CURIE durante sus entrenamientos.

Entonces, ¿Qué tipo de ejercicio físico es el más adecuado?

Ambos entrenamientos ofrecen importantes beneficios por lo que la mejor opción es hacer una combinación de ellos; En este ensayo con 240 mujeres con cáncer de mama, se investigó el impacto de combinar ejercicios de alta intensidad (HIIT) con ejercicios de fuerza o resistencia durante 16 semanas. Los grupos que participaron en el ejercicio lograron mantener su capacidad cardiorrespiratoria (CRF), mientras que el grupo de control experimentó una disminución. Esta evidencia sugiere que la combinación de ejercicios de alta intensidad, fuerza y resistencia puede ser especialmente beneficiosa para pacientes con cáncer de mama, mejorando la salud cardiovascular, la fuerza muscular y la calidad de vida.

En resumen, el ejercicio físico se muestra como una herramienta efectiva para contrarrestar el deterioro cardiorrespiratorio, un efecto secundario importante de la quimioterapia. Además, combinar ejercicios de fuerza y resistencia podría ofrecer los mayores beneficios, ya que se suman los efectos positivos del ejercicio cardiovascular en la capacidad cardiorrespiratoria con los del entrenamiento de fuerza en la masa muscular. Esto puede ayudar a los pacientes a tolerar mejor las dosis de quimioterapia.

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